, ni pretende llamar la atención, sólo es el título de la historia de la primera vez que observé a través de mi telescopio, mi primera vez "astronómica".
Y como todas las primeras veces, ésta también ha sido corta pero intensa.
Intensa va a ser la historia por las cosas que han pasado pese a observar sólo unos 20 minutos, y corta por ese poco tiempo, pero los detalles previos a la observación y lo que siguió después no la hacen tan corta. Te lo digo, lector forero, porque puede que te aburra. Yo ni mucho menos pretendo eso, sólo que me veo en la necesidad de compartir mi momento dela noche del 10 de enero de 2008 contigo.
Y dicho esto, comienza la historia de MI PRIMERA VEZ:
No tengo muchos enemigos en mi vida, ni soy propenso a desear males a nadie, pero esto demuestra que el carácter de la gente puede cambiar, como el cielo de un día para otro. Las leyes del maldito Murphy, severas y exactas como pocas hay en este país, hacían acto de presencia la semana en que quise estrenar mi tan esperado telescopio. Desde el lunes que llego a casa ya lo tenía montado, tan sólo esperando el menor hueco despejado en el cielo para alinearlo y empezar con "mis asuntos". Pero quizá debí desear que no lo tuviera nunca en mis manos, así, esta afición del señor Murphy de llevar la contra a esta gente como yo, le saldría el tiro por la culata.
La niebla y el frío que ya quisiera para mí en las asfixiantes tardes estivales amenazaban las noches de esta semana. Ya el jueves, casi a última hora de la tarde me pareció presenciar el forcejeo entre los cumulonimbos y unos rayos de sol agonizantes, lo que se tradujo para mi leve regocijo en una tregua ya entrada la noche.
Salí de trabajar y rápido llegué a mi casa, me aseguré de que la tregua se mantenía, y sin apenas tiempo de cenar, subiendo y bajando escaleras monté el telescopio sobre la terraza. Sin la bandeja para los accesorios y con un GPS para el coche me dispuse a introducir coordenadas; tenía poco tiempo y menos condiciones favorables, así que todo debía salir perfecto.
Aunque para mi frustración, ningún reloj en casa marcaba la hora exacta, y mi GPS marcaba la posición en grados y milésimas de minuto, nada de segundos, así que haciendo gala de mi ingenio introduje las coordenadas con la mayor aproximación de la que fui capaz.
Betelgeuse, Sirio y Gamma Cassipeiae fueron las elegidas para reálinear el telescopio, la primera vez me salió error, pero no es algo que me preocupe. Y por fin, vería el tiempo y la vida a través de mis ojos, me dirigí a M42, como no podía ser de otra forma, a conocer en persona a las estrellitas del Trapecio; la ultima vez aún no le habían salido los dientes
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Dice el refrán que de ilusión también se vive, yo además añado que de desilusión se muere. Por alguna razón extraña, o bien porque Murphy, como Dios, es omnipresente, el tubo apuntó a la terrza del vecino. ¿Qué significaba esto? ¿Alguna broma del aparato para darme la bienvenida? ¿Algún desajuste en la alineación o en als coordenadas y en la hora, a pesar de que el telescopio esta vez no me dio error? Sin tiempo ni gans para encontrar una respuesta lógica, decidí encontrar el objeto yo mismo.
Y por fin apareció. La mancha blanquecina y las cuatro estrellitas del Trapecio, muy juntitas, pero perfectamente reconocibles.
Un estreno por todo lo alto para el ocular de 25 mm, pero un seguidor d ela justicia no dejaría exento de oportunidades al otro ocular que tenía. Así que permití que el de 9 mm fuera atravesado por "la luz de la vida".
Ya he dicho quería ser justo, pero este ocular me demostró ser un desagradecido. Por el no se veía nada. ¿Por qué rechazó la luz de la vida? El GOTO lo iba siguiendo, así que tampoco estaba por la labor de empecinarme en encontrar respuestas.
Aunque mi mayor preocupación fue el susto que me dio Marte. Como buen Dios de la guerra, estaba dispuesto a no dejarme tranquilo. Ya seía lo ultimo que viera esa noche, y de nuevo buscando manualmente lo encontré. De nuevo sólo con el ocular de 25 mm, ya estaba bien de repetir errores.
Allí, casi en el cenit, no imaginaba que con la noche que hacía pudiera ver lo que ví. Me pareció verle al menos un casquete polar, y zonas más oscuras que otras. Casi diría que era Júpiter. Pero el Dios de Dioses simepre me hubiera recibido muy bien. Casi acabando, y dispuesto a recoger, menos mal que se me ocurrió apagar el telescopio y coger el tubo con las dos manos. Un segundo, sólo un segundo más tarde...
...y el tubo hubiera acabado golpeándose con el suelo, partiendo su óptica y mis sueños en pedacitos minúsculos. Como esas cabecitas de alfiler que había compartido conmigo hace tán sólo unos instantes, mi bien más preciado podría haber desaparecido para siempre sin apenas ocasión de conocerlo y hacerlo mi mejor amigo.
No entiendo qué ha podido pasar, yo me aseguré de que el tubo estaba bien fijado, que el encaje de cola de milano se había ajustado a la perfección. Quizá fue el hecho de querer hacerlo apuntar tan alto como mis sueños, como mis aspiraciones, quizá el cenit fuera una utopía para los dos... inclinarlo tanto pudo hacer que el sistema de sujección me fallara.
Debido a esto, el cenit se ha convertido para mí en un concepto al que tengo mucho respeto, y del que no querré volver a saber nada hasta descubrir qué diablos pudo pasar. Había obviado mucahs cosas esa noche, pero tener un grave problema como la rotura de la óptica y por tanto renunciar a la ilusión de mi infancia... es algo que no pienso tolerar.
Este mediodía hace un sol radiante. Tengo intención de subir al observatorio de mi pueblo a medianoche. Ayer tomé el aperitivo, pero hoy pienso tomarme toda la carta del menú interestelar. Ya estoy avisado de mis errores, y soy una persona que se crece con ellos.
Bueno, querido lector forero, esta ha sido mi historia. No me importa que te haya gustado o no, yo sólo quería compartirla. Vuestra es.
