Más Demócrito:
Era el menor de tres hermanos, y cuentan que al dividir la herencia paterna, escogió la parte más pequeña del dinero, pues le era más útil para viajar, aunque sus hermanos imaginaban que lo hacía con algún dolo.
Refiere Favorino en su Historia varia, que Demócrito dijo de Anaxágoras que no eran de éste las cosas que había escrito acerca del sol y de la luna, sino opiniones antiguas, y que las había hurtado. También que censuró y degradó el mérito de lo que escribió sobre la fonnación del mundo y de la mente, haciéndosele enemigo por no haberlo querido recibir. ¿Cómo, pues, dicen algunos, será discípulo suyo? Demetrio, en sus Colambroños.
Parece ser, según
Demetrio, que también paso a Atenas, y que por desestimar su propia gloria no se cuidó de ser conocido, y, aunque él conoció a
Sócrates, Sócrates no lo conocio a él. Si el
"Diálogo Antierastes" , dice Trasílo, es de Platón, "acaso sería Demócrito el anónimo que allí estaba, además de Enópidas Y Anaxágoras, discurriendo de la filosofia, del cual dice Platón:
Éste filósofo se parece al vencedor de cinco certámenes. En efecto, Demócrito realmente era en la Filosofia perito en cinco certámenes, pues era experimentado y hábil en la natural, moral, matemática, encíclica y en todas las artes. Es suyo aquel dicho que dice:
las palabras son la sombra de las cosas.
Demetrio Falereo, en la
"Apología de Sócrates", dice que Demócrito nunca estuvo en Atenas. Esto todavía es más: haber menospreciado ciudad tan célebre, no queriendo recibir fama del lugar, sino procurar que el lugar la recibiese de él. Pero cuál fue Demócrito lo manifiestan sus escritos. Parece, dice Trasilo, que fue imitador de los pitagóricos. Efectivamente, él hace mención de Pitágoras, celebrándolo mucho en su Homónimo , y toma todas sus cosas de tal manera, que parece que fue su discípulo, si no repugnasen los tiempos; pero que oyó a algún pitagórico lo asegura Claudio Regino, que vivió por aquella época. Apolodoro Ciziceno dice que trató a Filolao. Y Antístenes afirma que ejercitaba y probaba variadamente su imaginación, ya en la soledad, o también retirándose a los sepulcros. Que al regresar de sus viajes, vivió pobremente (como que había consumido en ellos cuanto tenía), y por su indigencia, lo mantuvo su hermano Damasco; pero luego que se acreditó anunciando algunas cosas venideras, ya muchos lo juzgaron merecedor de honores divinos.
Aristójeno, en sus Comentarios históricos, dice que
Platón quiso quemar los escritos de Demócrito que había podido recoger; pero que se lo estorbaron Amiclas y Clinias, pitagóricos, diciendo que era cosa inútil, puesto que aquellos libros andaban ya en manos de muchos. Esto consta también de que haciendo Platón memoria de casi todos los antiguos, en ningún lugar la hace de Demócrito, ni siquiera en donde convenía contradecirlo en alguna cosa, lo cual parece que lo hizo sabiendo que así contradecía al más excelente de los filósofos, a quien
Timón alaba diciendo:
Cual Demócrito sabio,
autor del bello estilo y docta frase,
y, sobre todo, del hablar festivo.
Se dice también que fue discípulo de
Leucipo, a quien se atribuye la creación del atomismo, doctrina defendida por Demócrito. (Sobre la existencia misma de Leucipo hay quienes han llegado a ponerla en duda apoyándose en el desconocimiento prácticamente total que tenemos de él y en afirmaciones como las de
Epicuro, quien negaba su existencia.
Dice
Atenodoro en el libro VII de sus Paseos que, habiéndole visitado
Hipócrates, mandó que le trajesen leche;
vista la cual, dijo que era de cabra primeriza y negra, lo que hizo que Hipócrates admirase su mucha observancia y diligencia. A una doncella que vino con Hipócrates, el primer día la saludó así:
Salve, muchacha, y al día siguiente: Salve, mujer; era el caso que aquella noche había sido viciada.
Observaron algunos sabios que
Laercio omite aquí muchas cosas de Demócrito, notadas por otros escritores antiguos griegos y latinos. Pondré aquí las que trae
Menagio. Séneca dice que se creía inventor de las bóvedas; pero el mismo
Séneca no asiente a ello. Que inventó el modo de pulir y dar lustre al marfil. El modo de hacer esmeraldas artificiales. Y que reía de todas las cosas, pareciéndole ridículo cuanto hacen los hombres, y todo necedades. Gelio dice que Demócrito se privó voluntariamente de la vista. Lo confirma Tertuliano, y aun Cicerón lo dijo antes en el lib. V De finibus.
Plinio le atribuye lo de la carestía de aceite, que previó
Tales Milesio, como dice
Laercio en su Vida, pár. 4.
San Clemente Alejandrino dice que Demócrito llamaba al coito un pequeño mal de corazón. Lo mismo afirma Galeno; pero
Gelio y
Macrobio lo atribuyen a Hipócrates.
Cicerón, Séneca, Lactancio y otros escriben que Demócrito decía que la verdad está escondida en lo profundo.
San Cirilo escribe que Demócrito decía que Dios es Mente que está en una esfera ígnea y que es el alma del mundo.
Sexta Empírico dice que definía al hombre diciendo:
Es lo que todos sabemos
Demócrito murió, según
Hermipo, en esta forma: como fuese ya muy anciano y se viese vecino a partir de esta vida, a su hermana, que se lamentaba de que si él moría en la próxima festividad de los tesmoforios , no podría ella dar a la diosa los debidos cultos, le dijo que se consolase. Le mandó traer diariamente algunos panes calientes y, aplicándoselos a las narices, conservó su vida durante las fiestas; pero pasados sus días, que eran tres, terminó su vida sin dolor alguno, a los ciento nueve años de edad, como dice
Hiparco. Yo, en mi Panmetro, le compuse los versos siguientes:
¿Y quién de los nacidos fue tan sabio
que al omniscio Demócrito se iguale?
¿Quién hizo obra tan grande como él hizo?
Él albergó la muerte en su morada,
y con sólo el vapor de pan caliente,
tres días la mantuvo en hospedaje.
Así fue la vida de este varón,
llamado Demócrito
Hubo seis Demócritos. El primero, éste mismo; el segundo, un músico de Quío que vivía en su tiempo. El tercero fue estatuario, de quien Antígono hace mención. El cuarto, uno que escribió del templo de Diana Efesina y de la ciudad de Samotracia. El quinto, poeta epigrámico, claro y florido; y el sexto fue orador pergameno.
Demócrito de Abdera
saludos