Claro, el Comercio y la Industria también, pero su dinero les cuesta.
Aprovechando pues tal poder, veamos entre las distintas Instituciones de todo tipo, si alzando la voz, logramos de una vez por todas, acabar con el obsoleto cambio horario semestral.
Por la TV, ayer por primera vez expuso un técnico la nulidad del ahorro energético. Según citó, las compañías eléctricas acusan un valor menor de un cuatro por diezmil de reducción consumo.
Mucho me temo que incluso este dato, sea alegremente valorado, por cuanto es impredecible conocer de antemano, lo que los usuarios habrían consumido si les hubieran dejado en paz, no alterándoles el sueño.
Las leyes reglamentadas que dictaminan esta graciosa economía, creo que vienen establecidas por motivos politico-económicos de hace un centenar de años. Nada tiene que ver el modus vivendi de la actual sociedad con la que regía los destinos del proletario antaño.
Para no divagar más ante la irracional medida aplicada todavía, se me antoja que de proliferar por los medios de comunicación más manifestaciones en este sentido, aduciendo no los supuestos pseudobeneficios, sino la multitud de inconvenientes y perjuicios que se causan, llegarían hasta la cumbre Europea, y quizá los Políticos obrarían a nuestro favor.
Saludos del Abuelo.
