Yo aun recuerdo las calles de mi pueblo casi sin luz, una lámpara de 100 W cada 100 metros, en el verano, tendíamos una manta en la puerta y mirábamos el cielo, se veían hasta las hijas de las estrellas (las pequeñitas)
En junio del 62 se encendieron los focos nuevos, muchísimos más luminosos y cada 30 metros uno, parecía de día
, todos aplaudimos
, el pueblo prosperaba, a la hora, algunos mayores decían que hasta cuando estarían encendidos, con un ratito era suficiente, las gentes dejaron de sentarse en las puertas y se acabaron las tertulias de las noches, mis padres se sentaban en el patio de la casa para estar más cómodos, decían que la penumbra daba frescor, pues, desde entonces ni cuentos, ni chistes en las reuniones de los vecinos, y lo curioso es que ni desde el corral se veían las estrellas que antes podíamos ver, mi madre decía que entre los rusos y los americanos, que con tantos cohetes… pues seguro que rompían muchas estrellas y además las que se caen todas las noches, llegara el día que solo esté la luna en el cielo (pobrecita, la quiero)En fin, cuantas veces tendré que arrepentirme de haber aplaudido aquella maldita noche en la que el “pogrezo” llegó a mi pueblo.
Saludos.
Jeronimo



