La primera noche, la del viernes, no la aproveché con el ETX-70, ya que llegamos de noche y estaba nublado. A pesar de todo, antes de acostarme me asomé y resulta que estaba completamente despejado y me pude deleitar en la terraza de la casa, que es la más alta del pueblo. Desafortunadamente, hay una farola con una bombilla muy nuevecita, que molesta bastante, y no te deja aclimatar la vista, pero aun así se podía ver un cielo negro sembrado de estrellas, e incluso la vía láctea. La cosa pintaba bien
Al día siguiente hicimos una excursión, subiendo por una vereda (llamada de las acequias) que sale justo de la puerta de la casa. Es un camino estrecho que transcurre seguido de una acequia que lleva agua continuamente, flanqueado por castaños y que termina en el río Mecina. En total son unos 10km.
Yo, como cualquiera de nosotros hubiera hecho, no paraba de buscar un buen sitio donde montar al pequeñín en la noche, y el mejor sitio que encontré, por suerte, estaba a menos de 10 minutos de la casa (eso sí, después de la única gran cuesta de toda la excursión).
Ya al llegar a la casa, quise montar el telescopio en la terraza, todavia antes de anochecer del todo, para poder ver la luna en cuarto (mas bien octavo) creciente, pero sólo pudimos disfrutar escasos 5 minutos, ya que un denso frente de nubes se nos echaba encima desde el sureste, y la luna ya estaba muy cerca de las montañas y bajando.
Maldiciendo a Murphy, bajamos a cenar, ya sin esperanza de poder disfrutar de aquel cielo maravilloso, que en tan pocas ocasiones se puede contemplar.
El caso que a eso de las 22:30 decido salir, por si había ocurrido el mismo misterioso fenómeno de la noche anterior, y efectivamente, pude ver que el cielo estaba de nuevo totalmente visible y sin una nube.
Lleno de alegría, le digo a mi novia que salgamos a montar el teles, y nos vestimos para la ocasión.
En 20 minutos ya teníamos el telescopio alineado en la explanada de la vereda, con visión de todos los horizontes excepto por un gran castaño que tapaba un poco el oeste.
Nos maravillamos al mirar arriba, una vez nuestros ojos se hubieron aclimatado, ya que podíamos ver la vía láctea en su plenitud, cruzando la bóveda celeste.
El primer objeto al que apuntamos fue Júpiter, en el que se veían perfectamente las 2 bandas ecuatoriales, y los 4 satélites, uno de ellos (Io) saliendo de detrás del gigante mientras mirábamos. Luego apuntamos a las pléyades, las hyades y el doble cúmulo de perseo, este último muy agradecido en este instrumento, y el favorito de ambos. Luego hicimos una pasada por M31, que por primera vez pude ver más que un pequeño borrón, ya que con el ocular de 25mm se puede apreciar, aunque muy tenue, una porción de galaxia más extensa que sólo su núcleo. Luego observamos M2, que gana algo de luminosidad en estos cielos negros, pero no impresionó mucho.
El resto lo dejamos para observar Albireo y unas pocas dobles en andrómeda, cassiopeia y aries, con resultados muy satisfactorios.
Si habeis llegado hasta aquí, espero no haberos aburrido mucho

Un saludo!