Akfak escribió:Hola…
En su momento también pasaron por mi cabeza pensamientos similares. Por aquel entonces me sentía, en ocasiones, como una especie de naufrago sometido a los caprichos de un océano en calma; ni un punto de referencia, nada en el horizonte y desesperante soledad. A pesar de ello siempre tenía la sensación de que a cada ocaso del sol seguiría un nuevo amanecer, un nuevo mañana que en sus primeras luces me permitiera atisbar algo a lo que asirme.
Me dije a mi mismo (no tenía a quien pedir asesoramiento) que indudablemente alguien tenía que haber pasado por este océano antes que yo. Me pasé casi dos años “tirando” de literatura extrema, yo ya era lector asiduo pero en aquella época consideré que quizás los clásicos me pudieran ayudar. No me dieron respuesta pero me ayudaron a comprender que tampoco hace falta conocerla. A día de hoy, y a modo de recuerdo de aquella travesía, conservo como oro en paño un libro de Aristóteles llamado Ética Nicomáquea, Ética Eudemia. Te lo recomiendo a ojos cerrados, lo mismo que el apuntado por el compañero Valakirka.
Hoy ya no tengo inquietudes de ese tipo, me limito a apreciar todo lo que me rodea. Saboreo cada instante, cada pequeño detalle. Aquella desesperante soledad pasó a convertirse en mi mejor aliada. De repente ese vasto océano amaneció plagado de islas; curiosamente ya estaban ahí, era yo el que no era capaz de atisbarlas. Explicar esta situación a quien no haya experimentando esta especie de “revelación” es ciertamente complicado pero supongo que el que haya presenciado ese nuevo amanecer me entenderá perfectamente.
Saludos y suerte…
Yo si te entiendo perfectamente. Y creo que empiezo a vislumbrar una salida, un nuevo amanecer como tú lo llamas. Digamos que estoy entrando en un nuevo nivel de la conciencia. Se me abre un mundo apasionante, lleno de nuevos retos, mucho más enriquecedor. Iré con cuidado, pero me siento más feliz.
Un saludo y gracias.