Mensajepor JCS » 14 Nov 2010, 12:09
Pegaso (El caballo alado) – Mitología
Pegaso es una de las pocas grandes constelaciones boreales que nos faltan por estudiar. Corresponde, ¿cómo no? a una de las 48 incluidas por Ptolomeo de Alejandría en su obra “Almagesto” y es visible en el hemisferio Norte. Su considerable extensión (superior a los 1100 grados cuadrados) limita con las de Andrómeda, Lacerta, El Cisne, Vulpécula, El Defín, Aquarius y Piscis. A pesar empeñarse Ptolomeo en ver la figura de un caballo con alas, lo único medianamente reconocible es un gran cuadrado con tres extensiones o apéndices que parecen corresponder al cuello y cabeza y, los otros dos a sus patas delanteras. O mucha imaginación tenían estos ilustres astrónomos o el cielo, en su época, no tenía nada que ver con el que ¿disfrutamos? en la actualidad. Me inclino por una combinación de ambos supuestos. De hecho, también se la conoce como “El Cuadrado de Otoño” y es que los meses de Octubre a Diciembre son los más apropiados para su observación.
Pocos ignoran que Pegaso era un caballo alado y que vino al mundo cuando Perseo cortó el cuello de la Gorgona Medusa – un parto, ciertamente singular- pero en aquella época las cosas ocurrían de una forma que se aparta considerablemente de lo que es común en nuestros días. Como la historia precedente es larga y farragosa, diremos, como anticipo y sin extendernos, que las sagas de la mayor parte de los héroes griegos procedían de dos familias: Los Ináquidas, oriundos de Argos y los Deucaliónidas nativos de la Grecia continental y del oeste del Peloponeso. De la primera procedía el intrépido esquilador y navegante Jasón (algo conocemos de el por su aventura del Vellocino de Oro) y el segundo linaje le correspondió ser fundado por Deucalión, hijo de Prometeo y la oceánida Hesione. A partir de él se suceden varias generaciones, cada una con un representante notorio. Fue por aquel entonces cuando se produjo el Gran Diluvio (¿coincidencias de guión?) y en el que Deucalión asumió el papel de Noé, poniendo a buen recaudo a humanos y animales cuando comprendió la que se les venía encima. El caso es que pasaremos de largo por algunos representantes de la saga, para abreviar la narración y nos detendremos en Sísifo que fundó Corinto y se auoproclamó rey (la biografía de Sísifo no tiene desperdicio pero, lamentablemente, su extensión aconseja dejarla de lado). Solo diremos de él, para dar comienzo a la historia, que casó con Mérope hija de Atlas y la dio un hijo y heredero: Glauco, tristemente célebre por su muerte pues se decía que sus yeguas la habían destrozado. Resulta que el tal Glauco las alimentaba con carne humana con el propósito de que se mostrasen más violentas en las batallas, pero durante los juegos fúnebres en honor de Pelias, padre de Jasón, se vio obligado a proporcionarles hierba. Como el cambio de dieta no les procuró la debida satisfacción decidieron, bonitamente, complementarla devorando a su amo (cría cuervos, o yeguas y eso que todos sabemos). Tras su lamentable fin Glauco se convirtió en fantasma de compañía poco recomendable ya que provocaba el pánico a los caballos que participaron en los Juegos Ístmicos de Corinto (Taraxippos, el que aterroriza a los caballos), provocando una sensible merma en la suntuosidad de tales fastos.
Pues bien antes de tan luctuoso suceso Glauco había contraído matrimonio con Eurímide, hija de Niso y del que nació el personaje que centra nuestra historia: Belerofonte, que adquirió gran fama como matador de monstruos (algunos aseguran que su madre quiso ponerle por nombre “Jesulín de Ubrique”, pero el papá no consintió en ello, por lo que pudiera pasar con el correr del tiempo e impuso su criterio). Hesiodo y Píndaro aseguran, sin embargo, que Belerofonte era hijo del mismísimo Poseidón.
De joven nuestro heroico personaje hubo de salir pitando de Corinto al haber provocado, accidentalmente, la muerte de Beléro un conocido pinta de la región. Total que se refugió en comarca llamada Argólide junto a Preto, el mandamás local que lo purificó recibiéndole como un huésped y colmándole de privilegios.
Llegados a este punto me gustaría hacer notar que la mayor parte de los héroes griegos tenían la singular costumbre de provocar desafueros y trapisondas allá por donde pasaban en vez de quedarse quietecitos y cumplir prudentemente con sus quehaceres. Belerofonte no constituye, precisamente, la excepción que confirme la regla ya que se enredó con la legítima del rey y que en la Ilíada aparece con el nombre de Antea.
Preto no quiso ejercer violencia alguna contra un huésped, pero como tampoco se chupaba el dedo, recurrió al plan B que consistió en mandarlo de excursión, junto con un mensaje, a Licia en el Asia menor de la que era rey su padrastro Yóbates. En el tal recado le proponía dar pasaporte al rufián que lo portaba.
Según Homero, Yóbates se las ingenió para agasajarle durante unos días y, a continuación, le encargo que diera muerte a La Quimera, un ser monstruoso que exhalaba fuego y que en la obra de Homero se la describe como un puzzle formado por un león en la parte anterior, un dragón en la posterior y una cabra (chimaira, de ahí su nombre) en el tronco. Semejante sinfonía de especies, que no llegó a catalogar Linneo, la convertían en invencible aunque para nuestro héroe acabar con tal bicho era poca cosa y así fue, no le duró ni un asalto.
Algo perplejo Yóbates insistió en cumplir su promesa sugiriéndole que se deshiciera de los Sólimos, un pueblo belicoso que le daba algún que otro dolor de cabeza. Lo que mande usted, Alteza, y en menos de lo que dura un pastel en la puerta de una escuela acabó con todos ellos. El rey comenzaba a no ver las cosas claras, de modo que le envió a luchar contra la Amazonas, unas señoritas educadas en colegio de pago, pero que tenían un pronto temible. Mismo resultado, Belerofonte regresó victorioso. ¿Desea algo más el señor? Vale, pues vamos a probar como te las apañas con mis bravos guerreros. “No problemo”, que se me presenten después de la siesta. Y vuelta a empezar, total que Yóbates, aburrido de tanto tira y afloja decidió tratarle como hijo de algún dios y le entregó a su hija Filónoe junto con parte de su reino.
Hagamos un inciso para rebobinar. Resulta que Belerofonte había luchado contra la Quimera y demás adversarios a lomos del caballo alado Pegaso. El citado corcel, quizás debido al estrés postraumático que le supuso el nacimiento, era de un carácter intratable y nadie pudo llevar a buen término su doma, hasta que llego nuestro protagonista y, merced a la intervención de Atenéa, consiguió apaciguar al caballito y hacerse con él.
Lo malo es que, al final, las cosas se le torcieron convirtiéndose en despreciable a los dioses y mortales. Homero lo cuenta de este modo en la Ilíada:”Pero cuando aquel se hizo odioso a todos los Dioses, por la llanura de Aleya iba vagando solo, devorando su ánimo y eludiendo las huellas de las gentes”
Tan desdichado final parece obedecer a que tras culminar con éxito las pruebas a las que fue sometido decidió acercarse al Olimpo para ser recibido por el propio Zeus. Ese fue el principio del fin de su afortunada existencia. Al Jefe no le hizo demasiada gracia el atrevimiento de su inoportuna visita y envió un tábano para que picase al caballo. Este se encabritó dejando caer a Belerofonte sobre las tierras de Licia donde vagó en la miseria desde entonces.
El colofón del relato (ya era hora) es que el propio Zeus, orgulloso del comportamiento de Pegaso, le honró colocándole en los cielos como constelación.
Cuando iba yo a montar ese caballo rudo
y tembloroso, dije: "La vida es pura y bella".
entre sus cejas vivas vi brillar una estrella.
El cielo estaba azul y yo estaba desnudo.
Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo
y de Belerofonte logré seguir la huella.
Toda cima es ilustre si Pegaso la sella,
y yo, fuerte, he subido donde Pegaso pudo.
¡Yo soy el caballero de la humana energía,
yo soy el que presenta su cabeza triunfante
coronada con el laurel del Rey del día;
domador del corcel de cascos de diamante,
voy en un gran volar, con la aurora por guía,
adelante en el vasto azur, siempre adelante
Pegaso (Rubén Darío)
Última edición por
JCS el 14 Nov 2010, 13:06, editado 2 veces en total.
Celestron CPC 9.25"
Meade ETX - 70
Oculares Orion Stratus 5, 8, 13, 17, 21 y 24 mm
Barlow Baader VIP Modular
Diagonal 2" W.O. Dieléctrica
Prismaticos Bresser 10x50
Cámara DBK 21AU04. AS
La sabiduría no se traspasa, se aprende