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Seguro que los que tienen la posibilidad de observar desde el hemisferio sur no van a dar mucho valor al dibujo que hice de la galaxia NGC5128 (Centaurus A) el pasado 16 de mayo de 2015, pero teniendo en cuenta que mi lugar de observación se encuentra cerca de los 41º de latitud, para mí ha resultado todo un logro.
De hecho, llevó unos 10 años intentando darle caza y hasta esta noche no había visto ni rastro de ella. Ahora, puedo decir que, por lo menos, he sido capaz de intuirla.
Con esta fantástica fotografía tomada por el Observatorio Europeo Austral (ESO) ubicado en Chile…

http://www.eso.org/public/spain/images/eso0315a/
… y leyendo notas de observación de muchos compañeros de afición que pueden disfrutar de los envidiados cielos australes, sé que esta galaxia es una de las más espectaculares que pueden ser vistas con nuestros telescopios. Pero siempre y cuando nos encontremos en una latitud adecuada.
En mi caso la gran dificultad estriba en que la constelación de Centaurus se eleva en la época favorable poco más de 7º respecto a mi horizonte, y si esto fuera poco, se encuentra encima de la zona que padece más de contaminación lumínica por culpa de los pueblos costeros.
Con estos antecedentes, es comprensible mi alegría al poder cazarla, aunque fuera de manera tan poco perceptible como aparece en el dibujo que hice:

Y ¿cuáles fueron las condiciones de observación que permitieron semejante hazaña?
Pues cielos rurales oscuros, el telescopio SC de 235mm, la ausencia de nubes y ni más ni menos que el fuerte viento imperante, que llegó a rachas máximas de 66 km/h. Mirando por el ocular se hacían notorias las fuertes turbulencias atmosféricas, por lo que tengo que reconocer que la noche resultaba bastante penosa en este sentido, sin embargo, precisamente por este viento, las brumas marinas que suelen estar enganchadas en la dirección donde se encontraba NGC5128, habían desaparecido, y se podría decir que estaba disfrutando de un horizonte con muy buena transparencia.
De manera que me dije, si esta noche no la veo, ya no la voy a poder ver nunca.
Dirijo el telescopio hacia Centaurus A y ayudado por unas cartas de celestes que me había imprimido, localizo el campo estelar donde debería estar enmarcada. Más concretamente identifico la estrella TYC7795-1885-1, de magnitud 9,2, que se encuentra justo enfrente de la galaxia.
Habiendo adaptado la vista lo mejor posible a la oscuridad, mirando con visión lateral, empiezo a notar una manchita blanquecina, con forma, en un principio, redondeada, más tarde algo ovalada, que debido a las turbulencias, en ocasiones parece como si fuera una estrella desenfocada. Pero es ni más ni menos que NGC5128, o para ser estricto, lo que puedo llegar a percibir de ella.
Llegados a este punto tengo que hacer uso de la virtud de la paciencia. Esfuerzo que se ve recompensado en algún breve instante en que la turbulencia se relaja algo. Es en estos momentos en que noto que las estrellas se vuelven algo más puntuales, mientras que Centaurus A continúa viéndose como una manchita alargada, pero con una estrellita puntual embebida en ella.
No paro de lamentarme el no poder verla en mejores condiciones, pero por otro lado tengo la satisfacción de poder haber visto una galaxia que tantas veces me ha resultado esquiva y que no se eleva más de 7º respecto a mi horizonte.
Una vez hecho el dibujo, utilizando el Nagler de 16mm (146x), decido poner el ocular de 25mm (94x) a ver si aguanta mejor la turbulencia. Efectivamente, las estrellas aguantan bien el tipo, y la que se encuentra encastada en la galaxia, ahora se muestra sin dificultad. Por el contrario, NGC5128 se vuelve algo más esquiva.
Ebrio por las mieles del éxito intento rizar el rizo. Apunto hacia el globular Omega Centauri, pero esto ya resulta excesivo. A tan sólo 3º del horizonte, no soy capaz ni tan siquiera de intuirlo. Está visto que para ello no tendré más remedio que desplazarme a latitudes más bajas.
NGC5128 es una galaxia ciertamente muy especial. Fue descubierta en agosto de 1826 por el astrónomo británico James Dunlop, desde el Observatorio Parramatta en Nueva Gales del Sur (Australia) y se encuentra situada a unos 12 millones de años luz de distancia.
Con una magnitud aparente de 7,8, se considera la quinta galaxia más brillante que podemos observar en nuestros cielos, por detrás de la Gran Nube de Magallanes, la Nube Pequeña de Magallanes, la Galaxia de Andrómeda (M31) y la Galaxia del Triángulo (M33).
Centaurus A es una galaxia elíptica masiva con un agujero negro supermasivo en su núcleo que es un potentísimo emisor de ondas de radio.
Como característica principal se puede ver que el centro de la galaxia se encuentra partida por una gran banda oscura formada por polvo, gas y estrellas jóvenes. Esto unido a su potente emisión de ondas de radio indica que el aspecto actual que nos ofrece Centaurus A es el fruto de un choque entre dos galaxias.
Según la foto-noticia del 16 de mayo de 2012 que apareció en la página del ESO (http://www.eso.org/public/spain/news/eso1221/), esta banda de polvo es lo que queda de una galaxia espiral que está siendo desmantelada por el efecto gravitacional de arrastre de una galaxia elíptica gigante.
Sin lugar a dudas, en mi experiencia de observación de NGC5128 se puede aplicar perfectamente una de las máximas de los astrónomos aficionados: No es tanto lo que apreciamos con nuestros ojos como el hecho de conocer y comprender lo que estamos viendo.
Seguro que los amigos astrónomos del hemisferio sur, además de ser conscientes de la maravilla que están observando, pueden disfrutar visualmente de una espectacular galaxia. Qué mala es la envidia…
Saludos a todos