Desde hace años, para surcar el infinito horizonte del mar, he tenido que hacer uso, cuan ladrón escondido en bodegas, de la embarcación de alguno de mis compañeros de fechorias.
Mañana, tras un mes esperando la noticia, empezaré las clases para algún día ser amo y señor de nuestros mares a bordo de mi propia embarcación. Esta vez, me quedaré en tierra, para retornar con mi buque, desmembrando las olas del mar, haciendo rugir el viento que ondeará mi futuro velero (diesel espero).
Con las lecciones que empiezo mañana, pronto, un nuevo pirata, con su L de Loco, conseguirá autonomía suficiente como para planear sus asaltos y viajes por si mismo...


