
La cosa ya se barruntaba por la tarde: la bajada general de la temperatura ambiente se conjuntó con un viento fresco que barrió los cielos dejándolos teñidos de un azul intenso. En las capas altas la cosa pintaba bien (= las estelas de los aviones duraban poco) y poco a poco Eolo se fue calmando para dejar una noche despejada y tranquila, que invitaba a sacar el telescopio y los prismáticos, pese a lo muy dañados que están los cielos de Madrid en lo que a contaminación lumínica se refiere.
Otros factores se aliaron para permitir una sesión provechosa. Mi hijo de 18 meses, y en contra de lo que es habitual, no dio especial guerra llegada la hora de irse a la cuna y pasadas las 9:30 estaba placidamente entregado a los brazos de Morfeo (sacar a pasear y jugar a la fiera al parque a última hora de la tarde es una estrategia que no falla), lo que permitió una cena apacible y un tranquilo disfrute de la sesión de autopsias del nuevo capítulo de CSI de las 22:00.
Aprovechando un descanso entre cadáver y cadáver me asomo a una ventana y compruebo extasiado que, que pese a estar en plenas fiestas de San Isidro (la pradera me queda a unos pocos cientos de metros de casa), nuestro amado faraón Albertofis I el Gallardónico ha decidido no encender los cañones de luz del Manzanares. Genial. Así que a eso de las 23:15 (y como reponían un episodio de una temporada pasada) monto el chiringuito astronómico en cosa de cinco minutos y dejo al telescopio "aclimatándose" hasta eso de las 0:00. Mientras espero, y aprovechando que mi señora descabeza una siestecita nocturna en el sofá, organizo un asalto en toda regla a la nevera y a la bolsa de los bollos.
A la medianoche -al tiempo que un Grissom desbarbado de las primeras temporadas sigue mostrándole al mundo lo listo que es él y lo tontos que son los delincuentes (vamos, como "House" pero menos borde)- me acomodo tras mi Sky Watcher 127/1500, ajusto el buscador (¡qué gran compra el 9x50!), meto el ocular de 25 mm con el filtro UHC-LPR roscado y apunto el telescopio hacia el Este.
Mi primera parada es, como no podía ser de otro modo, Hércules, pero vamos, M13 tampoco es que tenga demasiado mérito, así que tras un vistazo rápido me pongo a disfrutar de una de mis constelaciones favoritas en esta época del año: LYRA:

Tras un agradable paseo por sus dobles, apunto el telescopio al objetivo que todos tenemos en mente: M57, la nebulosa planetaria del anillo. Insisto una vez más que antes de cualquier otro complemento que se desee añadir a un telescopio es fundamental disponer de un buen buscador y en este sentido uno de 9x50 (que te ofrece vistas similares a las de unos prismáticos 10x50... sin efecto 3D, por supuesto) es una opción estupenda.
Es este Messier un objeto muy gratificante ya que es muy fácil de localizar. Basta poner la cruceta del buscador entre Sulafat y Sheliak para que aparezca casi en mitad del campo del objetivo un brumoso parche circular de magnitud 9. Ahí está la "Nebulosa del anillo":

Como ya comenté en un post del año pasado, y como aviso a principiantes, nada de esperar ver el colorido "Donut" de este Messier que aparece en libros y astrofotografías. Visto con un 127 mm con ocular de 25 mm desde un cielo malo como es el de una gran ciudad, M57, repito, no aparece más que como un parche grisáceo, más o menos como lo muestra este dibujo de un observador británico:

En principio sería posible ver (o al menos percibir) la estructura del anillo o "Donut", pero con este telescopio desde Madrid se me antoja imposible. Habría que ir a cielos más adecuados.
Pero, pese a todo, es una gozada.
Saludos