Que un imbécil se te acerque a incordiar cuando estás hablando con tu hijo, ya sea de estrellas o de fútbol, es para preocuparse. Si encima, el imbécil es estúpido, y suelta majaderías, pues sólo queda el recurso de la amenaza. Porque violencia, seguro que no iba a aparecer.
¡ Qué pena lo que hemos leído !
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Y lo que me he reído con la sombrilla
