En otro hilo sobre cuerdas hubo alguien que estaba totalmente en desacuerdo con éste término de cuerdas y superduerda, diciendo que para él sólo habían fotones, protones, bosones, ondas, etc. Yo entiendo que el término cuerda o supercuerda es una forma de expresar el hecho cósmico conformado por galaxias, nebulosas, sistemas solares, energía oscura, agujeros negros, vacío, el multiverso.
Las vibraciones de esas cuerdas o supercuerda, sería la responsable, no sólo de la expansión del cósmos, sino también de su contracción, ¿debido por un lado a la energía oscura, y por otro a los agujeros negros?, comulgarían de esta forma la constante cosmológica de Einstein y la expansión cósmica de Hubble, que probablemente Einstein habría descubierto si no hubiera cesado en su empeño de un universo estático.
Hubble descubrió el hecho de la expansión cósmica, entre otros gracias a un telescopio de 250cm, pero lo que observaba Hubbel no era el presente de una determinada galaxia, sino cómo era esa galaxia hace miles o millones de años, en proporción a los años luz que estuviera la misma con respecto a él.
El presente de esa galaxia nosotros no podemos observarlo, lo observarán otros dentro de muchos miles, quizas millones de años, seguramente no desde este planeta, y puede que entonces los universos conocidos no se estén expandiendo, sino contrayendo.
Surge la teoría del latido. El multiverso está vivo, es como un corazón que bombea desprendiendo energía. Estamos en la era diastólica cósmica, no sabemos de, ni podemos observar nada de la era sistólica, otros lo harán, y debido a la gravedad, todo dentro de un orden en el caos cósmico, pues posiblemente esa expansión acelerada del cósmos no sea otra cosa que la atracción producida por otros universos, en un ir y venir, en un expandirse y contraerse, en un crecer y menguar, en un nacer y no morir, pues la energía ni se crea ni se destruye, por eso creo que todo orbita alrededor de todo, nada perece, tan sólo se transforma, al igual que nosotros viajeros en el tiempo,.... en un peregrinar del pensamiento que evoluciona y muda, en proporción a la velocidad que nos llega la luz del conocimiento, haciendo visible la claridad del día, y de la noche cósmica.
