Akfak escribió:Hola…
Nunca había oído hablar de la “Ley de rendimientos decrecientes” a la que alude el compañero Valakirka, de hecho se ajusta muy bien en mi caso.
Mi rendimiento es directamente proporcional al producto de la masa de mis Takas y, curiosamente, decrece en relación al cuadrado de la distancia que de ellos me separa. En realidad creo que el bueno de Newton tenía un refractor Taka debajo de la cama…nunca dijo de ello nada a nadie y atormentado por custodiar semejante secreto decidió liberar su tensión creando el Épsilon-180.
PD: Espero que perdones la pequeña broma
Valakirka…no me he podido resistir.
Descuida, tengo buen sentido del humor cuando éste es fino y agudo en vez de grosero y procaz, y que en realidad se llama
ironía. Te entiendo perfectamente, pero no te envidio pues tal sentimiento no entra entre mis defectos, como dice la gente hoy en día:
"yo voy a mi bola". Si tu economía te permite tener 3 TAKAS en lugar de 2, de verdad me parece muy bien.
Pero lo de la
"Ley de Rendimientos Decrecientes" no es una humorada, ni un invento mío, ¡ojalá!, pero no, me temo que no lo es y su teorización tampoco. Curiosamente refleja un fenómeno muy interesante y que se puede aplicar a cualquier situación. Su planteamiento es complejo pues abarca muchos factores, además tiene dos versiones (para el estudio del crecimiento económico a largo plazo; y, la neoclásica en la que la ley se generaliza a cualquier factor de producción), e, igualmente, puede ser sectorial (
rendimientos decrecientes a escala).
Pero un modo sencillo de explicarla suele ser éste: supongamos que tenemos mucha hambre y pasamos delante de un bar. Entramos y pedimos un bocadillo y un refresco. Éstos tienen un precio pero como nuestra hambre es enorme, la satisfacción de lo que invertimos en comer nos proporciona un 100 por cien de satisfacción.
Pero seguimos teniendo hambre y volvemos a pedir otro bocadillo y otro refresco. El precio sigue siendo el mismo, pero la capacidad de nuestro estómago habrá disminuido pues una parte ya está ocupada. Entonces podemos comprobar que la satisfacción es ya de, por ejemplo, un 80%
Eso significa que proporcionalmente el precio ha aumentado en relación con nuestra necesidad aunque la cifra siga siendo la misma en apariencia. Así pues, seguimos comiendo bocadillos y bebiendo refrescos hasta que llega un momento en el que no hay satisfacción alguna y, por contra, todo son pérdidas. Resulta, pues, que el rendimiento satisfactorio cesó, por ejemplo, con la tercera consumición y todas las posteriores ya no cumplían con las expectativas puestas en ellas.
Los objetos de la historieta ésta los podemos sustituir por otros muchos y en otras muchas situaciones. Supongamos que tocan a la lotería 20 millones de euros. Cualquiera dirá que se va a poner las botas, que va a hacer ni se sabe qué. Pues a pesar de las apariencias no es cierto y esa cantidad puede llegar a ser hasta una preocupación y es que en nuestro estilo de vida la totalidad de nuestras necesidades están sobradamente cubiertas con una décima parte. Pero la discusión sobre esto nos llevaría más lejos de este tema de lo que es prudente.
De momento cualquiera se compraría un pisazo en su ciudad, una villa en el pueblo al que suele ir habitualmente, un apartamento en una playa del Sur y otro en una playa del Norte y, además, un chalecito en la Riviera francesa y un estudio en Londres para ir de vez en cuando. En cuanto a coches, uno para cada día de la semana y además por segmentos y líneas: el deportivo, el utilitario molón, la limusina, el coupé, el todoterreno, el coche urbano y una autocaravana, además de una moto.
Quien tiene o ha tenido varios coches sabe que con mucha probabilidad las consecuencias serían que no sabrías qué coche tomar cada día y que se acaba por usar casi siempre el mismo. Dicho de otro modo, es la misma situación que el caso de los bocadillos, porque a medida que se fuesen comprando éstos irían perdiendo valor de mercado y el uso sería decreciente en unos y sostenido en otros.
Y si hablamos de las propiedades inmuebles, se acabaría por no visitar a algunas de ellas más que para entregar las llaves a los inquilinos, si bien en este caso y salvo situaciones de crisis fuertes, siempre son una inversión. Naturalmente, el decrecimiento de la satisfacción sólo sería de utilidad a título de uso personal.
Y, ahora vamos a la cuestión: ¿dónde empieza a no ser satisfactorio el uso que se puede dar a un TAKA o cualquier otro de esos
"TOP"? Curiosamente, se da la paradoja de que quienes no tienen uno de ellos siempre tendrán la ilusión o anhelo de tener uno, es decir, desde su posición presente hasta el momento de la adquisición, si es que ésta llega a producirse, es todo un camino de ilusión y proyectos, pero una vez alcanzado ¿qué pasa después? ¿a qué otro refractor superior puede aspirar quien tenga, por ejemplo, un TAKA 150 TOA? Es aquí donde empiezan los rendimientos decrecientes, más dinero, más inversión, pero mucho menor rendimiento positivo y menor satisfacción.
Perdón por el rollo, pero tenía que explicarme de alguna forma.
Saludos.