Hace poco leyendo por internet acerca de este efecto óptico encontré varias explicaciones, pero la que más me convenció fue una que creo que no se ha posteado (lo he leído rápido, pero no me ha parecido que lo hayáis dicho).
La explicación "tradicional" del aparentemente mayor diámetro lunar en cerca del horizonte es la de que nuestro cerebro compara de modo inconsciente el tamaño aparente de la luna con el de los objetos del horizonte, que, evidentemente, se ven con un tamaño aparente pequeñísimo (sería el ya referido efecto Ponzo). Pero rápidamente surge una objeción que habéis puesto algunos y a la que yo me uno: Si vemos (un ejemplo de muchos posibles) la luna desde una habitación a oscuras, a través de una ventana que no nos deja ver más que la luna resulta que soprendentemente ¡también parece más grande!! ¿cómo puede ser esto si no estamos comparando con ningún objeto el tamaño lunar? ¿cómo puede mantenerse este efecto si eliminamos todo punto de referencia? Todos los ejemplos de Ponzo son comparativos. Si eliminamos estas referencias el efecto, por lógica, debe desaparecer. Pero, ¡vaya! en el caso de la luna no desaparece.
La explicación (para mí) más convincente no tiene nada que ver (al menos directamente) con la comparación que hace nuestro cerebro del tamaño de la luna con el de los objetos lejanos.
La ilusión óptica sigue teniendo su origen en el cerebro, pero no en la comparación de tamaños sino en la percepción de la distancia de la bóveda celeste. Un mismo objeto visto desde distintas distancias variará su tamaño de una forma proporcional (un poco de trigonometría bastaría, pero aqui da igual). Nuestro cerebro cuando mira un objeto, de forma inconsciente estima a qué distancia se encuentra y, según el tamaño aparente que presente, estima directamente el tamaño real.
Cuando miramos un objeto que está a unos metros, varios cientos de metros, tal vez kilómetros (1 o 2)... nuestro cerebro intenta "hacerse una idea" de la distancia a la que está. Cuando nos disponemos a cruzar la calle en un paso de peatones estimamos la distancia a la que se encuentra el coche que viene para evitar ser atropellados. Además, el tamaño aparente del coche está de acuerdo perfectamente con lo que nuestro cerebro imagina según la distancia que percibe. Manejando distancias más o menos cortas, nuestro cerebro las asimila y, lo que es más sorprendente, las imagina. Sin embargo cuando se trata de la percepción de la distancias "astronómicas" es muy, pero muy distinta. Sólo podemos conocerlas por los números ¡pero en realidad no podemos imaginárnoslas! Pero claro, nuestra mente no puede dejar de imaginar, se resiste a pensar en puros números. Cuando miramos al cielo, aunque sabemos de forma racional que está demasiado lejos para imaginar esa distancia, sin embargo nuestro cerebro se hace una representación, una imagen de la distancia que nos separa, y por supuesto, es errónea. Y ¿cómo es esa representación cerebral de las distancias astronómicas? pues curiosamente el cenit nos parece más cercano que el horizonte. Reflexionad un poco sobre esto y veréis que lo habéis experimentado, yo lo experimento así siempre. Parece como si el cielo que tenemos encima estuviera ahí mismo (permitidme esta expresión) y, en cambio el horizonte y sus estrellas estuvieran ahíiiii lejoooooos. De esta forma la bóveda celeste no la percibimos como una esfera perfecta sino como si estuviera más achatada en el cenit.
Si esta es la percepción de la distancia de la bóveda celeste a nosotros, situados en su centro (según percibe nuestro cerebro), la luna cuando está en el horizonte con un diámetro x parecerá más grande que en el cenit con el mismo diámetro x, ya que nos parecerá que cuando está en el cenit está cerca y cuando está en el horizonte está leeeeeejoooooos. Por sentido común una cosa lejana se ve más pequeña, pero como esa lejanía del horizonte es una ilusión y por tanto la luna mide lo mismo, nos parecerá más grande, muchísimo más grande.
En resumidas cuentas, lo que es auténticamente ilusiorio no es el tamaño de la luna sino la diferente distancia a la que nuestra mente cree que está la luna en el cenit y en el horizonte. Puesto que la luna no decrece de forma que estimaría nuestro cerebro de acuerdo a la distancia que a la que la percibe, el efecto es el de que ésta ha crecido.
Bueno, perdonad el rollo que os he metido

. No recuerdo la página donde encontré esta explicación pero, repito, me parece muy convincente.
Saludos!!!
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