En un foro de Internet he encontrado esa misma cita del personaje (replicante) que interpreta Rutger Hauer en BLADE RUNNER, pero completa y sin censura:
Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Me han pedido 50 millones por un piso a rehabilitar de 70 m2, en una planta quinta sin ascensor, en un edificio de 100 años del centro de Madrid. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.
Bueno, fuera de bromas, los escritores de ciencia-ficción son muy dados a construir bonitas parrafadas con las que dar un toque de seriedad al género. Veamos esta, por ejemplo:
Desde los más lejanos días de su prehistoria, el hombre había dirigido su mirada al Cosmos y experimentado el pavor y la maravilla. El día y la noche se sucedían de forma para él inexplicable, mientras en los cielos miríadas de lejanas y frías luces dominaban la oscuridad. Aunque la mayoría de ellas parecían fijas, unas pocas eran errantes, pero ni unas ni otras podían competir con la magnificencia de la brillante y cambiante forma que dominaba los cielos nocturnos tras la retirada del Sol. El ser humano pronto aprendió que la Luna estaba sometida a un ciclo, lo mismo que todos los demás astros que podían verse allí arriba. Sin duda, todopoderosas voluntades habitaban entre las estrellas, determinando el orden del universo y el destino de los insignificantes seres que realizaban denodados esfuerzos para tratar siquiera de vislumbrar, de comprender, la substancia auténtica de los asuntos de los cielos.
Poco a poco esa comprensión fue creciendo y el hombre logró penetrar cada vez más profundamente en las leyes que gobernaban el universo. Primero aprendió a controlar el paso del tiempo y creó los primeros calendarios; más tarde se interrogó sobre la naturaleza de los cuerpos celestes y el por qué de sus, en general regulares pero en ocasiones desconcertantes, movimientos.
Llegó un momento en que sus capacidades le permitieron no sólo observar, sino también explorar aquel Cosmos maravilloso e infinito. En cuanto pudo dio sus primeros y tímidos pasos alrededor de su propio mundo, mientras enviaba pequeños ingenios automáticos allí donde él todavía no podía llegar. No fue una empresa fácil, pero el hombre era un ser curioso por naturaleza y cuanto más exploraba y aprendía, más quería saber.
El universo era demasiado grande y fascinante como para limitarse a explorar su propio sistema solar. La humanidad no tardó en averiguar que mundos similares al suyo le esperaban alrededor de soles lejanos, así que se propuso llegar a ellos. Pero ese era un desafío en apariencia insuperable, porque sus limitados medios se enfrentaban a vastos océanos de espacio y de tiempo.
Y fue por ello que el hombre decidió buscar un atajo en los senderos del abismo.
Se trata del prefacio de
SENDEROS DEL ABISMO.
¿Qué os parece?