No vaya a ser que alguien no duerma esta noche y me sienta culpable luego
Os lo voy a contar como se lo cuento a mis clientes (qué mal suena eso…)
Pues cuenta la leyenda que un caballero se enamoró de una bella dama profundamente. Como no se atrevía a cortejarla, todas las mañanas la esperaba en el mismo sitio. Pero un día, ella no apareció, así que preocupado se fue a buscarla. Y así fue como se encontró con que la mujer que alimentaba sus sueños y su vida estaba gravemente enferma.
En esos tiempos, vivía en lo alto del Puig Campana (la montaña de la foto) un temido, pero sabio brujo, así que el caballero, aún a riesgo de su vida, subió a la montaña para consultarle.
El brujo, ante sus ruegos para que le dijera la forma de sanarla, lo echó diciéndole que no perdiera más el tiempo, que asumiera la realidad y que en lugar de estar allí, que aprovechara el tiempo que le quedaba por estar con ella, puesto que al ponerse el sol, la joven moriría. Así estaba escrito en las estrellas y así sucedería.
El caballero, loco de desesperación al ver que había perdido el tiempo buscando soluciones imposibles en lugar de aprovecharlo junto a su amada, sacó la espada y golpeó con tal brutalidad la montaña, que un trozo de ella cayó al mar, dando lugar a la isla de Benidorm, pero también consiguiendo que a través de esa fisura el sol iluminara durante algunos minutos más el lugar donde se encontraba su amada postrada, y de esta manera alargarle la vida unos minutos más para bajar y acompañarla en sus últimos momentos.
En el momento en el que el último rayo de luz logró alcanzar el humilde pueblo, el caballero vio cómo el alma de la muchacha exhalaba su último suspiro, como había predicho el brujo.
Esa misma noche, el caballero embarcó con el cuerpo sin vida de la joven, dirigiéndose hacia las costas de la isla que él mismo había formado; allí, hizo que la embarcación se hundiera con ambos, asumiendo el destino que para ellos estaba escrito.
Y es que, muchas veces, nos preocupamos por tonterías cuando la vida no es más que dejarse llevar. Y tal vez lo mejor sería hacer simplemente lo que nos dicta el corazón y no perder el tiempo con razocinios inútiles