GANARSE EL CIELO O “EL TURISTA ACCIDENTAL”

[JCS]

Cuan poco sabemos sobre lo que nos rodea y afecta, aún en lo más íntimo. No digamos de aquello que damos por inalcanzable y por alejado de nuestra inmediata y cotidiana “irrealidad”, utilizando, deliberadamente el sustantivo antinómico por hallarme convencido de que lo “real” o bien conocido (lo que se da por sentado e incuestionable) no es más que una fantasía producto de lo aprendido o enseñado, de lo que hemos creído ver con nuestra perspectiva sesgada e ilusoria que alcanzamos de modo autónomo o heredado. Que esa hipotética, cambiante o maquillada realidad obedece a nuestra propia incapacidad, implícita en el ser humano, de elegir la senda correcta y ello por el simple y palmario hecho de que tal camino no existe. Nos hallamos instalados en una permanente encrucijada que no ofrece pista o indicios sobre los senderos que debiéramos transitar. En ella comienza y finaliza nuestra sabiduría, destreza y perspicacia.

Antes de continuar con estas líneas que no sé adónde me van conducir, debo aclarar que el sobretítulo del turista accidental nada tiene que ver con la obra excelente de Anne Tyler; si acaso valga como homenaje, en el improbable supuesto de que, en realidad, valgan para algo.

Como es mi costumbre y condición, estoy improvisando y ello me obliga a pedir disculpas anticipadas por aquellos dislates que, a buen seguro, surgirán durante el transcurso de esta, en ciernes y por tanto aún ignorada, narración.

Pensándolo bien acaso no sea desacertado lo del turista accidental pues casi todos, creo, nos hemos iniciado en esta afición por mero accidente, esto es, como algo fortuito que no se premedita o planea anticipadamente, aunque cada persona es un mundo y sabrá o creerá tener por cierto que motivos le empujaron a dedicar su tiempo (no sobra hoy en día) a tan extravagantes y aún enloquecedores, a los ojos de los no iniciados o indiferentes –ellos se lo pierden- quehaceres.

El motivo que me conduce a torturaros obedece a una jornada nocturna, a mediados del mes de Marzo, que me obligó a permanecer hasta altas horas de la noche en un recóndito paraje situado próximo a la carretera que comunica Hoyo de Manzanares con Colmenar Viejo (obligaciones laborales, debo aclarar). El lugar en cuestión es una zona protegida perteneciente a la Cuenca Alta del río Manzanares (aprendiz de río tal como lo calificaba D. Francisco de Quevedo). Ni que decir tiene que el cielo que por allá se gasta es un verdadero deleite para la vista. Oscuridad absoluta con la excepción del velo de contaminación de la gran ciudad que empañaba el horizonte Sur.

Conocedor del lugar y del tiempo que en él debía permanecer, tuve la precaución de llevarme los prismáticos, pues el único cometido que justificaba mi presencia no era otro que permanecer allí sin otra cosa que hacer que atender a cualquier percance o emergencia que hiciese necesaria mi intervención, de modo que dispuse de tiempo sobrado para escudriñar, a placer, el cielo tanto a ojo desnudo como auxiliado con los binoculares.

La visión de este firmamento, ocioso es decirlo, puede calificarse como grandiosa pese a que muchos otros calificativos podrían serle aplicados. Las constelaciones más conspicuas eran distinguidas sin el menor esfuerzo, algo a lo que, al menos yo, no estoy acostumbrado: El Dragón, La Hidra, El Can Mayor, Cepheo, Auriga, El Lince etc. Por no hablar el grandioso cazador y El Toro albergando con mimo a sus protegidas Pléyades e Híades. Trescientos sesenta grados de cielo inconmensurable con el que soñar aventuras dignas de Conrad o Melville. Lugares por donde atravesar esa Línea de sombra que nos conduce a nuestra propia identidad, tantas veces escondida o disimulada con la deliberación del que no desea conocerse ni mostrar su auténtico rostro. Acompañar a Lord Jim o buscar al blanco cetáceo objeto de obsesión del capitán que buscaba ver satisfecha su venganza por la mutilación; o acaso la venganza no era otra cosa que un espurio calificativo impuesto para maquillar o disfrazar, mutilar aquello que no queremos saber ni dar a conocer a otros. Como ya apunté: callar para no ser reconocido ni descubierto, callar para salvarse o sentirse a salvo aunque con ello atraiga la desdicha o maldición para algunos infelices (no son pocos los que transitan por tales sendas, los que traicionan o delatan aún a sus amigos por no caer ellos en el infortunio que desean evitar para sí, cediéndolos a cualquiera por salvaguardar sus intereses o por simple cobardía).

Como bien podéis comprobar me desvío fácilmente del relato que, en principio, era mi intención narrar. Quizás sería oportuno elaborar un borrador que perfile, medianamente, el objeto de estas palabras, para después corregirlo y dar la continuidad y coherencia precisa para, al menos escribir algo inteligible, pero no puedo evitar que esas palabras surjan de forma espontánea y confusa provocando perplejidad, inquietud o desazón a aquellos que decidan aventurarse entre ellas.

Creo que lo voy a dejar aquí, nada más lejos de mi intención que confundir o abrumar a nadie. En cualquier caso diré, en mi descargo, que la práctica de la observación y la fotografía de estrellas dobles, necesariamente ha debido quedar de lado, merced que nos conceden las condiciones meteorológicas que llevamos disfrutando desde hace una temporada y que se me antoja, en exceso, prolongada. Después de todo podemos recurrir, para consolarnos, a las enseñanzas que D. Quijote tanto prodigaba a Sancho:

"Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca"

[tacometro]

Mi querido JCS:


La hondura de lo que escribes me hace imaginarte soñador y feliz bajo el mejor de los firmamentos a nuestro pobre alcance cotidiano; un hombre como siempre ha habido otros antes, de noche y a solas, anonadado entre dos mundos:

Entre la inmensidad y el silencio del universo exterior lleno de Galaxias y de cosas sorprendentes y la no menor inmensidad y hondura de un universo interior lleno de pensamientos propios y ajenos, de letras escritas ayer o impresas ya hace años y de voces gritadas al viento o susurradas al oído…

Y uno, en medio,

Como una antena entre dos mundos
simultáneos y aparentemente ajenos
Calmado siempre uno y agitado siempre el otro
Dos universos que parecen distantes,
pero que, en ese mágico momento,
sientes dentro que son uno solo.

¿Quién en un momento así no se ha hecho preguntas…?
¿Quién no se ha sentido embriagado de belleza y quietud…?
Dejas de lado los aparatos y contemplas, y respiras, y sueñas…
Se olvida uno de las prisas, los anhelos, hasta del tiempo,
Bebiendo a tragos lentos el momento,
Dejando entrar el firmamento



Y cuando al fin el cansancio vence,
guardas tu alma, reposada,
que vuelve a casa desde lejos,
agradeciendo a Dios o al Universo
ese instante vivido, ese sentimiento.



(Perdón por mi cursileria y mi intromisión... y eso ha sido lo me ha provocado solo tu prólogo, como escribas igual de hondo el relato de tu observación, no sé que sera de mí.... y de vosotros... si se me ocurre escribir algo mas )

[almach]

No os preocupéis, lo único que estáis haciendo es explicar con buenas palabras aquello que (creo), hemos sentido alguna noche todos los que estamos aquí en el foro.

Muchas veces observando solo bajo un cielo oscuro he dejado de banda el telescopio y, disfrutando del Camino de Santiago Celeste y un cielo estrellado, me he imaginado a nuestros antepasados, sin ayuda de instrumentos de observación, tan sólo con sus ojos, maravillarse y acoquinarse por partes iguales ante lo que estaba encima de sus cabezas. Y he llegado a comprender perfectamente el porqué de tanta mitología y superstición.

Ahora sabemos lo que vemos, antes no.

Saludos

[JCS]

Ramón, querido amigo. ¡Cuánto tiempo sin saber de ti! Te he llamado alguna que otra vez y, de nuevo surgía esa cavernosa voz del contestador. No obstante volveré a intentarlo y considerar la posibilidad de vernos. Te advierto que un día cojo el coche y me presento allí. Tengo unas ganas enormes de veros y también al resto de la peña “piratil” (dales un abrazo a todos de mi parte). Eso sí, antes debo convencer a Rosa para que se abstenga de recorrer las calles de Úbeda buscando nuevas mesas con las que convertir la casa en una tienda de antigüedades, aunque no sé si ello será posible.

Respecto al relato, no esperes una segunda parte o continuación. Solo escribo pequeños esbozos o flash (horroroso y onomatopéyico anglicismo, pese a que nada tengo contra el inglés, francés o swahili, solo que me gusta la homogeneidad en la lengua sea la que sea pero sin introducir palabras ajenas a ella).
Por descontado que debo darte las gracias por tus palabras, encima adornado por tu vena poética magnífica.

Da un beso a Aurora. De no hacerlo me vería yo en la obligación de cumplir con el trámite, lo que podría acabar en un duelo (a espada, preferentemente) en las puertas de cualquier cementerio.

Para ti un abrazo. Lo del beso puede mover a confusión.

Oscar, cuánta razón tienes, vemos, disfrutamos, viajamos y soñamos. Después viene la parte narrativa donde cada cual cuenta, a su manera, lo vivido. Algunos mejor que otros y con mayor sentimiento y capacidad de penetrar en la imaginación ajena. Servidor hace lo que puede, que no es demasiado, pero para eso contamos con “los otros” que si saben transmitir y regalar o convertir en propias sus experiencias.

Gracias por lo que dices.

[Nachote]

Jose Carlos, Ramón.
Me habeis dejado sin palabras....
Como siempre digo:
Que suerte tengo de poder compartir amistad con tan letrados (uno de ellos literalmente) amigos y aqui por supuesto te incluyo a ti Oscar.

Un gran abrazo a todos.
Y por favor, seguid así de elocuentes...

[SERGIT]

JCS, tus relatos siempre están llenos de emoción y no hay más que leerlos para tener claro por que estamos enganchados a esta maravillosa afición.

Saludos.

Sergi.

[JCS]

Ignacio, Sergi. No os podéis imaginar vuestras palabras de aliento, también dirigidas a Oscar y Ramón. Escribir es otra de las aficiones que todos deberíamos cultivar. No importa lo que, al final, resulte. Pero siempre se transmite algo íntimo que la mera convivencia o amistad oculta, o mejor digo, ocultamos de forma inconsciente o deliberada. Cuando se escribe, tal como sucede cuando observamos con el telescopio o cualquier otro cachivache, solo nos acompaña nuestra propia presencia. En muchas ocasiones es muy reconfortante semejante situación.

Un abrazo.

[tacometro]

Oscar, Nachote, Sergit... me uno a las palabras del maestro .

Un abrazo a todos



(esta vez he sido escueto, no se me quejen )

[teteca]

Vaya cómo está el ambiente por aquí, (gracias Ramón por el aviso).

Realmente os ganáis el cielo (y el título viene a pelo). No es de extrañar que cuando uno lee relatos como los vuestros, sienta estremecimiento haciéndonos a los demás partícipes de vuestras experiencias y sensaciones.

José Carlos, bienvenido al lado oscuro.

[FranJua]

JCS, Tacometro, emocionante, muy emocionante leeros

Me han encantado vuestros comentarios.