A las 7 de la tarde quedo con mi hermano, venido de Austria, y con mi joven compañero de salidas, Kike, para subir a los altos de Carchelejo, más conocido por los piratas de Jaén como Palomares. Es un lugar mágico para mi; no obstante por aquellos lares me inicié en la astronomía junto al amigo Óscar, allá por el verano del 2008. Jamás se borrará de mi memoria aquella primera salida, cada vez que vuelvo a subir allí me emociono recordando aquel día, rodeado de tanta gente.
La noche se prevé fresquita, así que salimos bien pertrechados con ropa de abrigo, además del inseparable 16”, claro! Gracias por esas escaleras multiusos, Antonio! De no ser por tu generosidad no hubiésemos cabido en el coche, jeje!

Una hora después estábamos allí. Nada más llegar nos llama la atención el ambientillo que hay desde primera hora! Ilusos de nosotros, que esperábamos ser casi los primeros, jeje… Por allí andaban perfectamente instalados ya varios paisanos de Granada con los que no había tenido el placer de coincidir aún, deonliuan con su novia, y Salva y Juan Antonio, con su astrovan, a pleno rendimiento astrofotográfico. Alguno más había por ahí, pero soy muy malo recordando nombres… Perdón!
Antonio hizo las veces de perfecto anfitrión, atento a los aparcamientos de los vehículos, a ayudar a los menos versados en la afición, a dar las explicaciones que hicieran falta, para que todo el mundo se sintiera como en casa. Este hombre es un primor, si fuera mujer me casaría con él, jajaja.
Óscar perdió media noche intentando colimar su dobson, ande andará ese tornillo…
Saludamos a la gente que encontramos por allí y montamos nuestro T2 en un periquete. Llega Jean con su 18, al que convencemos Antonio y un servidor para que se quede cerca, que hay que comparar mano a mano, jeje.
Nada más poner el ojo en el ocular ya se ve que va a ser una buena noche. Aún con el telescopio sin aclimatar, vemos un maravilloso Júpiter con el Ethos 8, a 250 aumentos, con muy breves lapsus de inestabilidad. Acto seguido pasamos a Orión, donde se aprecian estupendamente las seis estrellas del Trapecio, lo que nos corrobora lo bien que se nos va a dar la noche si la humedad no hace de las suyas…

Poco a poco se va llenando la explanada, Antonio, Moisés, Ángel con su LB16. Confieso que en algún momento llegué a pensar que si seguía viniendo gente no íbamos a caber todos, pero la cosa no llegó a tanto.
Bulliciosa noche se presenta, ésta en Palomares, más de hacer astroamigos que concienzudas observaciones. Risas, animados corrillos, linternas por doquier, luces de coches, flashes, no faltó de nada, jajaja. No alcanzo a imaginar lo que pensaría de nosotros algún observador ajeno que pasase por allí sin saber nada del evento, ver a un montón de gente con sus chismes, sus lucecitas, bajo cero…
En algún momento indeterminado comenzó la observación, ya que con tanta cháchara pierde uno la noción de las cosas… no se paró de compartir objetos con los compañeros, comentarios sobre las más variadas cuestiones, se compararon telescopios, filtros, oculares.
Numerosos fueron los trofeos que se cobraron las diferentes máquinas del tiempo que se dieron cita allí, si bien sólo citaré los que más llamaron mi atención:
La nebulosa de Orión, como no. Por muchas veces que se observa, es imposible no quedar hipnotizado con cada nueva visión. Esos contrastes entre zonas, claroscuros, tonos de gris, zonas negras, zonas brillantes, ese Trapecio color aguamarina, sus seis estrellitas. Qué pena que estos mastodontes no den más campo, no cabe en el E21!!
El Casco de Thor, NGC2359. Preciosa visión con el Ethos 21 y filtro NPB, aunque como más me gusta es con el 13. Comparamos la imagen entre el 16 y 18”, NPB contra OIII, sin vencedor claro, aunque no nos pusimos de acuerdo, jeje. Le tengo un especial cariño al mostrenco de Jean, fue el telescopio que me marcó en mi primer AstroMartos, allá por el año 2008. Comparado con el mío, aporta algo más de luz, y es mucho más robusto de movimientos, pero no lo cambio por mi 16”, mucho más ligero y fácil de transportar…

A estas alturas, Óscar parece que ha conseguido colimar su telescopio, sin el dichoso tornillito perdido. Ya era hora!! Trátalo con más cariño, hombreeee! Es el telescopio que me desvirgó astronómicamente hablando, y sólo por eso merece un respeto! Jeje
Un objeto simple donde los haya, pero mágico: R Lepus, la Gota de Sangre. No es una galaxia, ni una nebulosa, ni tan siquiera es una triple ni una doble, no, es una simple estrella. Pero una estrella color naranja oscuro, tostado, que llama la atención de una manera que cuesta trabajo apartar la vista de ella. Parece un semáforo en el cielo.
La galaxia 891, con su barra negra central de polvo cósmico, rodeada de cientos de estrellas, es realmente bonita. En el 21 tiene ya un buen tamaño, pero es que con el 13 ocupa casi todo el ocular.
La 82 también impresiona, con esas muescas oscuras que entrecortan el canto del núcleo de la galaxia. Con el Ethos 8 ocupa todo el ocular, de cabo a rabo, pero pierde algo de contraste, prefiero la visión a 150 aumentos, con el 13, más nítida y brillante.
Citaré también la Rosetta, por novedad más que por espectacularidad. Si bien la he fotografiado varias veces, nunca me había dado por observarla, consciente de que se iba a desparramar por el ocular de más campo. Sin embargo, moviéndonos un poco en círculo, con el E21 y el NPB conseguimos divisar perfectamente todo el contorno, si bien hay zonas que saltan más a la vista. Con un telescopio gordote que dé más campo tiene que ser impresionante!

Últimamente reflexiono, no sin cierto desasosiego, acerca de qué pasará cuando deje de haber objetos nuevos que observar… Ya sabemos que siempre habrá alguna manchita NGC nueva que encontrar, pero seamos realistas, no es lo mismo quedarse obnubilado ante la contemplación de Orión o de M51 que ver una manchita apenas distinguible en Cabellera de Berenice, de las que hay miles iguales. Observando algunos objetos famosos tengo la impresión de película vista muchas veces, y es un pensamiento que me está empezando a agobiar, la verdad…
A veces pienso si será posible volver a sentir un escalofrío por la espalda como cuando vi por primera vez la 82, o la Laguna, o el Sombrero, o todo aquello pasó y nunca volverá. Habrá que mantener una relajada conversación con los más viejos del lugar, ¿ehh, Antonio? Una ilusión tan bonita no debería morir nunca!
Pero no nos pongamos melancólicos, volvamos a lo que nos ocupa! Qué Júpiter! Ya lo comenté al principio, la visión fue excepcional las numerosas ocasiones en que volvimos a él a lo largo de la noche. Junto a Orión, era lo más solicitado entre los noveles que se acercaban a que les enseñase algo. Hay días en que uno disfruta más enseñando que observando, y ésta es una de ellas. Quizás sea ese el futuro camino por recorrer, quién lo sabe?
Para ya, JuanFra, que se te va la pinza!! Como decía, además de las dos bandas principales, se observaban nítidamente varias más, mucho más finas, de diversos tonos cremosos. Pocas veces lo he visto mejor! Pensándolo bien, creo que es la vez en que mejor lo he visto.
En fin, una de esas grandes noches de las que de vez en cuando nos regala esta bendita afición, potaje mágico mezcla de astronomía y de relaciones personales. ¿Qué puede haber mejor en la vida que enriquecer el espíritu con la visión del Universo mientras se hacen buenos amigos?
Como no podía ser de otra manera, nos acordamos de los ausentes. En especial del gran Juande, aunque no nos sentimos tristes, en el convencimiento de que nos observaba desde allá arriba. También nos acordamos de algunilla a la que no le gusta perderse estos saraos por nada del mundo, pero que por causa mayor no ha podido asistir.
Se suele decir que las mejores experiencias en la vida se dan cuando no se planean las cosas, y éste es un claro ejemplo. Sin comerlo ni beberlo, un starparty en toda regla, como en las grandes ocasiones! Esto hay que repetirlo más a menudo! Ojalá pueda ser con motivo del maratón Messier de marzo, en el idolatrado Pinar de Araceli! Hay ganas de probar el T2 en condiciones de máxima oscuridad, va tocando!
Hasta pronto amigos!!!