

El Celestron C200N nuevecito en sus dos pedazo de cajas, y pesando casi 50 kilos entre ambos bultos. No veais el trabajo que me costó llevarlo a casa. Eso si, la parienta está que trina.
Y como no, las nubes hicieron acto de presencia, no para llover y limpiar un poco la podrida atmósfera madrileña, sino para guarrear un poco, y como no, las estelas de los aviones también se quisieron unir a la fiesta. Me da a mi que no voy a poder probar el telescopio en unos cuantos días.
Eso si, se me ilumina la cara

Ya os contaré.