La cuestión no es si los rusos siguen basando sus cápsulas en las viejas Soyuz y los norteamericanos en las Apolo. Los rusos hicieron un buen diseño de vehículo tripulado de cara a su luego abandonado programa lunar (el Soyuz no es otra cosa que el aprovechamiento del módulo de mando y de servicio de ese programa) y dado que después limitaron sus actividades tripuladas a un en apariencia modesto pero a la postre vigoroso programa de estaciones orbitales (que, entre otras cosas, ha permitido que hoy exista la ISS), con ese vehículo, y su derivado, el carguero Progress, han tenido más que suficiente, sobre todo durante la tremenda crisis económico-política que vivió Rusia a finales de los 90 y principios de este siglo.
Actualmente, la agencia astronáutica rusa, con el renovado empuje de unos presupuestos en expansión por obra y gracia del incremento de los precios de las materias primas y combustibles fósiles de las que Rusia es una de las grandes exportadoras, se plantea nuevos objetivos en el campo de la astronáutica tripulada: un primer paso será el ACTS, una actualización del Soyuz mucho más capaz (puede que en colaboración con la ESA) capaz de realizar misiones lunares y, puede que después, poner fecha para el lanzamiento de la nave reutilizable "Kliper", la sustituta del Soyuz.
Mientras tanto, ¿qué han hecho los norteamericanos? Pues desarbolar a mediados de los 70 una infraestructura fantástica (la del Saturno V) que les permitía poner 100 toneladas en órbita de una sentada (con lo que la ISS habría podido ser construida con 4 ó 5 lanzamientos) y que lo único que habría necesitado actualizar a finales de los 70 ó principios de los 80 habría sido el vehículo orbital tripulado, cosa que podría haber sido resuelta facilmente con una actualización de la Apolo sobre un cohete más ligero y moderno que el Saturno I o bien recuperando el proyecto de pequeño avión espacial orbital DYNA SOAR que la Fuerza Aérea de EEUU estuvo a punto de poner en servicio en los 60.
En lugar de eso, los EEUU se embarcaron en un proyecto mastodóntico y fallido: el "shuttle" reutilizable. En sus orígenes estaba concebido para dar servicio a grandes e hipotéticas infraestructuras espaciales civiles y militares, pero con el abandono de los proyectos de grandes estaciones y del interés del Pentágono por el programa, los americanos se encontraron con que tenían un planeador tripulado poco fiable de 80 toneladas que requería de la energía de un Saturno V para poner en el espacio poco más de 20 toneladas de carga útil (lo mismo que un Ariane V pero mucho más caro). Vamos, una pifia descomunal.
Pensando en sustituirlo, por el camino se quedaron proyectos como el Venture Star (X-33) y similares, así que incapaces de llevar adelante un programa "rompedor" que supusiese un nuevo salto tecnológico van y se vuelven hacia... el programa Apolo. ¡Incluso han llegado a "desempolvar" (literalmente) los planos del Apolo!
Dicho de otra manera: los EEUU han perdido el tiempo y el dinero calamitosamente durante treinta años. Y lo peor, han perdido dos tripulaciones enteras.
Porfirio escribió:...Esas innovaciones le han permitido a los americanos ir más alla de marte, y los rusos ni se lo piensan...
Si bien es cierto que la electrónica y la robótica soviéticas no eran nada sofisticadas, no lo es menos que el programa Venera (Venus) de los rusos les ha dado grandes éxitos, por no hablar de su programa tripulado orbital.
En cuanto a los indudables éxitos norteamericanos en Marte y los planetas exteriores, hay que tener en cuenta una cosa que suele pasar desapercibida pero que los críticos de la NASA se encargan de recordar: esos éxitos son obra del JPL (Jet Propulsion Laboratory), un organismo semi-autónomo de la NASA, poco dado al gigantismo y dispendio prespuestario del que tanta gala hace su matriz.
Saludos