Los que habitamos en el centro peninsular llevamos unos días de obligada sequía observacional por culpa de unos cielos permanentemente encapotados y lluviosos. Esto, que es alegría para los embalses y el campo, es desesperación para el astrónomo de medio pelo, esto es, todos nosotros.
Por fortuna, la humana inteligencia, en su continuo afán de superación, ha encontrado la solución definitiva para el problema que las nubes plantean al onservador: me estoy refiriendo, claro, a los filtros para nubes.
Pues sí, señor: directamente de los EEUU nos llega esta maravilla del intelecto y la industria:

Ánimo, que las nubes no serán eternas.


